Aplicando una metodología de encuentros artísticos donde se combinaba la narración oral, el cuidado del cuerpo, la recolección de materiales vegetales, el tejido y la pintura, los 45 adultos de los comités Comunitarios de La Espriella y La Nupa participaron activamente en la elaboración de los muñecones o títeres gigantes mientras aprendían sobre el autocuidado, el cuidado de los demás, del ambiente y la protección de la vida en la vía.
Luego de una corta presentación donde Alberto y los adultos jugaron con los títeres que representaban la luna, la tierra, el sol y la niñez, las comunidades que acompañadas por los sacerdotes de la parroquia Nuestra Señora del Carmen de La Espriella, recibieron los muñecones que serán usados en futuras acciones pedagógicas y culturales, así lo recordó Alberto:
La dinámica se planteaba siempre como un acto sagrado, entendiendo lo sagrado como el vínculo que nos proporciona la vida y al cual acudimos cuando tenemos alguna dificultad: nos adentrarnos en la memoria colectiva para recordar las historias que nos hacen comprender el mundo y transformarlo. Con materiales vegetales del entorno recreamos algunas historias o mitos y reelaboramos el sentido cosmogónico, el valor creativo, estético y expresivo de los materiales que nos ofrece el entorno.
El siguiente momento de la actividad fue para las 36 niñas cantadoras y diez niños instrumentistas de las comunidades de Chilví y Cajapí que salieron a la cancha a interpretar los cantos tradicionales como arrullos y otros cantos y coplas originales que crearon durante estos cinco meses.
Otro dizque arreglando el cuento llamándome de color
Dizque pa endulzar la cosa y que no me ofenda yo.
Yo vengo de una raza que tiene una historia pa contar
Que rompiendo las cadenas alcanzó la libertad
Cuando canto, la sangre en mi cuerpo se comienza a desbocar
Se me sube a la cabeza y comienza a protestar
Así que no disimules llamándome de color
Ni diciéndome morena, porque negra, ¡es que yo soy!
Para Yomara, este proceso artístico con los niños y niñas les fortaleció su identidad y amor hacia los cantos tradicionales como una opción para alejarlos de las drogas, el reclutamiento forzado y otro tipo de violencias:
Nuris y yo hablamos con los niños sobre su conocimiento de los arrullos, de dónde vienen, por qué son importantes para nuestro pueblo. Les hablamos de la tradición cultural de las trenzas en el pelo para llevar las rutas de escape cuando los negros éramos esclavos; en el cabello también llevábamos las semillas para sembrarlas a donde llegáramos. Así, se enseñó la raíz del canto: cantamos desde siempre y en América nuestros cantos eran una forma de sobrellevar los trabajos de la esclavitud, mientras recordábamos a nuestros ancestros. Tratamos el valor de ser negros y enfrentar la discriminación afirmándonos en nuestra raíz, en la historia de nuestros cantos y nuestros instrumentos.
Sobre las seis de la tarde, después de compartir un arroz con leche, jugar con los muñecones, cantar y bailar con las niñas cantadoras, Àgora Taller entregó estos tejidos y se despidió de Tumaco, hasta un próximo encuentro que esperamos, sea pronto.
